jueves, 12 de mayo de 2016

1998 | Juan Cruz y Lai @ Navidad en casa abuela Chela

Fecha: 08/12/1998
Lugar: Casa de la Abuela Chela, Lugano, CABA.
Filma: JP
Son 3:39 mins

https://drive.google.com/file/d/0B4ayWZwFAEdfYVFSZ1hQcHJlejQ/view?usp=sharing


Juan Cruz llora en el andador.
Laila se fascina con las luces del arbolito de navidad con la abuela Chela.
Viviana siempre cerca de los chicos.

Teníamos una teoría luego de tener la experiencia iniciática de nuestra primer hija, teoría acompañada por el pediatra de los chicos que era una eminencia:
Dejarlos hacer berrinche, dejarlos llorar si era solo por atención, hasta que se canse el bebé digamos.
Lo aprendimos con JC pues con Laila de lo tanto que la adoraba la familia, por ser la primera, casi no conoció el piso sino brazos y brazos.
En fin, Juancito se la pasó su primer año llorando, demandando atención, que la tuvo claro, pero además vomitando. Juan Cruz tenía algo así como que no se saciaba, no paraba de tomar la teta que tan bien les hace a los bebés para fortalecer el sistema inmunológico, también para crear ese bond afectivo y psicológico de un impacto increíble con la madre. Luego nos enteraríamos de esto, en el momento fue una desesperación y no sabíamos qué hacer. Lo internamos un día para hacerle estudios en el Hospital Español para ver qué tenía. Para alivio de todos: nada físico, nada grave, simplemente el chaboncito era GLOTÓN. Jaja! Qué alivio!
Mis tres hijos lamentablemente hoy exhijos, tuvieron la mejor leche materna, pues Viviana estaba muy bien alimentada, yo no permitía que fume o tome alcohol (mucho menos drogas y es por eso que alejamos a todos los drogones de nuestras vidas básicamente) y la alimentación dentro de nuestras posibilidades era wow. Nos cocinaba también la Nonita qué querés.
So...
Juancito fue un bebé extremadamente mimado y mimoso, eso puede verse al menos hasta que vivió bajo mi mando hasta sus 16 años y medio (OCT2014). A pesar del tránsito oscuro que se llama adolescencia, por el cual todos pasamos y todos la sufrimos, era un amor de persona.
Pero aparte de la teenage, otra cosa que no tiene nada que ver con el sufrimiento típico de ésa etapa de confusión nefasta y oscuridad en tránsito: es cagarse en la familia que todo te lo dió.
Cambiar ésa devoción, amor y lealtad a su desarrollo, educación y crecimiento, por gente que siempre nos atacó, que siempre cuestionó los fundamentos de mi papitud, gente que se cagó sistemáticamente durante décadas en su propia madre es simplemente...

Inentendible.